jueves, 7 de abril de 2011

Carta abierta



Cuando
la constancia en el trabajo
,
el tesón para resolver las dificultades
, el esfuerzo personal para dar lo mejor de uno mismo y la responsabilidad con el equipo
se unen
el resultado es algo grande, casi siempre. Como lo que vivisteis, como lo que hicisteis visible.





Hubo diversión, claro, porque aprender a manejar el propio cuerpo, remontada la vergüenza y el miedo al ridículo, es muy divertido.

Hubo emoción, claro, porque romper la barrera invisible del espacio vital que cada cual necesita para moverse provoca un montón de sensaciones y sentimientos encontrados.

Hubo complicidad, hubo miedos, hubo inseguridad y, sobre todo, hubo

D E S C U B R I M I E N T O



Descubrimiento de lo que aún no sabíamos que éramos capaces de llevar a cabo y que ni siquiera sospechábamos ser capaces de hacerlo y ni soñábamos siquiera que además lo haríamos extraordinarimante bien. ¿Cuántas cosas nos perdemos, dejamos por hacer, por miedo a no ser capaces de llevarlo a cabo?







No sabíamos hacia dónde caminábamos. Sabíamos que hacíamos cosas sin cuestionarnos el para qué, sin preguntarnos el cómo y sin indicar a los profesionales que nos guiaban como a ciegos si no sería mejor hacerlo de esta manera en vez de aquella... y funcionó.

Fue posible por la dedicación y generosidad de La Nave del Duende que abrió sus puertas de par en par no sólo durante las horas de los talleres, sino para que asistiérais a la magia de la creación del espectáculo como invitados a cualquier hora y espiasteis sin cortapisa el trabajo rutinario, repetitivo, entrebambalinas, de los actores profesionales. Y, luego, visteis el espectáculo final y la transformación que se opera. Y os pareció increible.

Quizá os preguntasteis cómo es posible que de gestos dispersos, de escenas inconexas luego algo tome cuerpo y sea coherente y hermoso y nos produzca placer y diversión.

Sólo faltó un narrador que osara leer en voz alta el texto. La próxima vez habrá no uno, sino diez narradores dispuestos a afrontar el reto de oir su voz deformada por los altavoces, reconocerla como propia y descubrir que hasta suena bien. Eso espero.












Con mi mayor agradecimiento a todos los que estuvisteis allí, codo con codo, porque hemos descubierto muchas cosas juntos que nos ayudarán a poner en marcha otros proyectos y asumir nuevos retos.

Emilia Oliva

Las fotos son de La Nave del Duende

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